Retiro mi rastro del tuyo.
No fuerzo más al azar
ni interrogo al silencio
buscando una frecuencia
donde todavía vibra tu nombre.
Termina aquí esta vigilancia de náufrago.
Dejo de descifrar los huecos
que quedan en los días,
porque intentar completarlos
es otra forma de morir.
Desmantelo los andamios de mi espera,
apago los radares que apuntan a tu sombra
y clausuro esta aduana
en la que siempre falta un sello.
Te devuelvo al anonimato de la multitud,
al ruido blanco de lo que no me pertenece.
Hoy dejo de buscarte,
para no perderme yo.
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