martes, 16 de diciembre de 2025

A contrapelo

Hay una lista de cosas que hace tiempo decidí dejar de intentar que me atrajeran y es un alivio. No soy una ermitaña ni aborrezco este bendito mundo pero ya no me queda paciencia para el postureo, ni siquiera para el mío propio.

No fuerzo mi presencia en reuniones sociales donde parece obligatorio dejarse hacer una exploración completa. No soporto ese escrutinio de miradas, ese examen constante para saber qué, cómo o por qué. Me enerva y me tensa a partes iguales. Antes me sentía mal, como si el fallo fuera mío por no ser lo suficientemente "dinámica".

Tampoco encajo en los moldes sexuales que la sociedad da por sentados. No comulgo con la idea de forzar mis sentimientos o mis formas para que se parezcan a lo que se supone que es "normal" o esperado.

No me presiono para que me entusiasme el último grito de nada. Si algo no me encaja, no insisto. Acepto que mi ritmo es otro y que mis inquietudes son las que son, aunque no coincidan con lo que toque sentir en cada momento.

No tengo ganas de pedir perdón por no participar en ciertos rituales. Sigo aquí, quedo con la gente que me apetece y hago mi vida, pero con mucho menos ruido mental. No es que me haya rendido, es que he dejado de actuar. Y si eso me hace alguien más predecible o menos "interesante" a ojos de los demás, me da bastante igual. Es lo que hay, y con eso me basta.

No hay comentarios: