Crónica en azul cobalto
Le había mandado un escueto mensaje: “Ya salgo, nos vemos en un rato, un beso”. Era previsora, meticulosa, la noche anterior lo había dejado todo bien organizado. Al recibir el aviso, sintió como temblaba. Necesitaba serenarse así que abriendo el maletero del coche repasó todo cuanto El le había pedido que llevara, lo nombraba a la vez que sus ojos se iban hacia el objeto y sonreía. Arrancó a la vez que un suspiro se escapaba con fuerza y se fue en dirección al aeropuerto.La tormenta de su interior se calmó al verlo. Su cara franca, expresiva, su humor, su calidez invitaban a dejar la tensión de lado. Se relajó agradecida, su mente comenzaba a poder trabajar, sin presiones, en una grata armonía. Consultaron sus planes, era temprano, podían ir a pasear, a charlar, a conocerse mas si era posible. Ella condujo aliviada por el bullicio de las calles a plena hora de comercios y gente, el sol estaba radiante y un ligero calor adornaba el ambiente. Una bella terraza, un hermoso paisaje, fueron los testigos de sus primeros guiños, de sus risas, de sus historias pasadas, de su presente. Al volver de nuevo al coche, las percepciones se tornaron confiadas, eran pocas horas las que habían transcurrido pero algo los había conectado, magia en una ciudad encantada.
Coincidieron en el menú, comida japonesa. En el restaurante del hotel estaban solos, ya la conversación entre ambos era fluida y, sin hacer comentarios, decidieron que agradecían esa soledad, era sin duda disfrutar de un avance para lo que en breve estaban preparados hace mucho tiempo atrás. Siguieron las confidencias, anécdotas, tanteos hasta llegar al café y el brillo en sus ojos iluminados, expectante, calmada y excitada a un tiempo…
El rojo predominaba en aquella habitación, confortable y silenciosa. El dispuso en perfecto orden su maletín y la bolsa de ella. La sentó en la cama, a Su lado, y le indicó que comenzara a explicarle lo que contenía y los motivos de elegirlos. Poco a poco, fueron surgiendo, una fusta, un collar, un vibrador, unas bolas……cada uno aderezado con un comentario. El, a su vez, hizo lo mismo, y de la nada, aparecieron cuerdas, pinzas, vibrador, mordazas de tela roja, collar………un hermoso libro que se instaló como protagonista momentáneo de la escena…
La besó fugazmente en los labios y le preguntó: “¿Estás preparada?”, ella, deseosa de escuchar esa frase y mirándolo directamente a los ojos le contestó: “Si”.

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