Hay personajes que están diseñados para probar los límites de mi paciencia (inexistente. No intentaré vender esto como una "virtud incomprendida", es simplemente mi realidad). Hablo de esos seres que no solo creen que el mundo gira a su alrededor, sino que además sienten la imperiosa necesidad de narrar cada vuelta con lujo de detalles.
Aquí va mi disección de los "reyes y reinas del ombliguismo" que, a pesar de todo, me hacen reír (a veces, pocas).
El Genio Narcisista y Sarcástico
Es brillante, lo sabe, y se asegura de que tú también lo sepas. Su inteligencia solo es superada por la creencia en su propia infalibilidad, utiliza el sarcasmo como un escudo y una espada. Cada vez que abre la boca es para hacer una broma, un comentario mordaz o para recordarte lo superior que es. Es divertido, pero su cháchara incesante y su incapacidad para tomarse algo en serio pueden ser francamente agotadoras.
El Dramático Profesional
Este no se mira el ombligo, se lo tatúa en la frente. Todo lo que le ocurre es la peor tragedia de la historia. Cada interacción es una oportunidad para un monólogo lacrimógeno sobre sus desgracias. Rara vez escuchan a los demás, y sus interminables quejas y su victimismo profesional colman al espectador más empático.
El Mago de la Evasión
Representa una combinación particularmente tóxica de manipulación y cobardía. Al principio, puede parecer encantador. Su conversación inicial es cautivadora, llena de promesas o historias que te enganchan.
Sin embargo, en cuanto la relación requiere un mínimo de responsabilidad, confrontación u honestidad, este personaje despliega su truco maestro: la desaparición.
Carece de la madurez para comunicar sus intenciones o para afrontar las consecuencias de sus propias mentiras. En lugar de dar explicaciones, simplemente corta toda comunicación sin previo aviso, se esfuma como un fantasma. Su evasión del conflicto es total, y su falta de responsabilidad afectiva es lo que realmente colma a quienes interactúan con él.
El Cuñado
Es un clásico atemporal. Tiene una opinión firme y una solución infalible para absolutamente todo, desde la crisis económica global hasta cómo preparar el gin tonic perfecto. Su presunción de conocimiento es inversamente proporcional a su experiencia real en el tema. No importa de qué se esté hablando, ya lo leyó, lo vivió o tiene una opinión más informada. Interrumpe, pontifica y nunca, nunca, admite que no sabe algo.
Así que, al final del día, estos arquetipos son un reflejo de las personas que nos encontramos en el mundo real. Creaciones que provocan risas por lo hilarante y absurdo de su existencia, por esa ceguera cósmica ante todo lo que no son ellos mismos.
En el fondo, su presencia y su matraca incesante ponen a prueba los límites de mi paciencia, que, como comenzaba diciendo, no existe.
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