Hace muchos, muchos años, cuando las leyendas no eran tales, y los seres humanos creían en algo mas bello que los lodos terrenales, existió una Sirena, Lidia era su nombre, que vivía en los acantilados de la isla de Artemisa.Un día, ya despuntando el sol, estando varada en su roca, vio aparecer a un hombre y una mujer que caminaban atolondrados de la mano. De repente, el hombre cruzó con Lidia una sola mirada y allí mismo, en medio de tanta quietud, se oyeron voces, peleas, las manos se desunieron….
Mientras la Sirena se refugiaba en su roca, vio como la mujer, una boba, se alejaba llorando, gritando, suplicando, a quien la quisiera escuchar, que el desamor se iba apoderando de su espíritu, lo cruel de su destino, la injusticia de su vida…
Una arpía, de grandes alas y mirada ceniza, se posó junto a la boba y la consoló mientras seguía robando de su bolsa la comida que llevaba: “No pasará nada, yo te defenderé de cuanto acontece, si no es capaz de ver lo que se pierde contigo, con todos los defectos que puedas tener…es que está más ciego de lo que creía”.
El hombre mientras tanto, henchido de su propio ego al creer capturar la atención de Lidia, con el comportamiento de un necio, se quedó sentado en la orilla endulzando palabras de amor e inventado planes de futuro.
La arpía seguía consolando a la boba, diciéndole que Lidia había cegado la mente del hombre, de todos los hombres, llegando a hacer en público el ridículo más grotesco…. Ella, la Sirena era feliz pues tenía a tres marineros porfiándose su persona, sin darse cuenta que tan solo buscaba el botín.
Pero Lidia escuchó sus pensamientos y no quiso seguir con el juego de aquel hombre, sabía del daño que le podía hacer a esa boba y que el no merecía por necio nadar contra la corriente. De éste modo, se zambulló en el agua diciéndole no.
Desolado el necio volvió sus pasos a la boba, agarró su mano y la convenció de que la Sirena lo había intentando hechizar y que el se había negado, pobre infeliz, pobre boba anodina, ella lo creyó, debía hacerlo así pero la realidad es que Lidia lo echó de su vida pues no cabe maldad en su corazón.
De fondo, la voz de la arpía susurraba en el oído del necio “guárdate las espaldas de los protectores de la Sirena. Te deseo mucha suerte porque la vas a necesitar y si alguna vez quieres algo de mi, ya sabes donde estoy, me encontrarás”.
Cierto es que la Sirena tenía protectores pero también es cierto que una Sirena no los necesita, sus cantos son sus mejores aliados y ésta Sirena, no ha perdido la voz, todo lo contrario, la utilizará cada día con mayor fuerza.
4 comentarios:
creo que el segundo o tercer texto que publiqué en chicas de los viernes se llamaba "sirenas".
Si te dan ganas buscalos.
Te hubiera comentado todo eso, pero era mucho :)
parrafo aparte para la metafora. deliciosa.
Gracias por la recomendación, la he buscado y la he sentido. Gracias por dejar unas líneas, éste texto tiene ya su tiempo pero a veces la vida es como un boomerang, y conviene recordarlo.
Un saludo
La vida es como un boomerang, que razón tienes querida minerva. Pero sabes que te digo? Que nosotras somos las fuertes.
Besos.
Me gusta esa frase seibra,"nosotras somos las fuertes", me quedo con ella, con tu permiso.
Un besote fuerte
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