miércoles, 9 de septiembre de 2009

Cuando pasan las horas engañadas....

Adoro mi desnudez, rozar levemente con la yema de los dedos cada centímetro de piel, sin detenerme…sin prisas, regalándome sensaciones infinitas, provocando que mi pulso se acelere, que juegue con mis sentidos, que de mis labios se escurran acompasados gemidos y el placer se instale en mi ser, que se abra complaciente y me posea, sin conceder tregua ni reposo.

Ojalá contemples esa escena, repetida muchas veces en tu ausencia, que tus ojos sean mi invisible espejo, tu sonrisa generosa, mi aliento…


No me cubras de silencio.

4 comentarios:

Farid dijo...

Observar como la orquídea se abre, como el rocío la recorre lentamente, percibir como el viento agita sus hojas, empaparse en su aroma embriagador.
Deleitarse cada día con esta imagen, es sin duda un placer para los sentidos.

Anónimo dijo...

Pequeña y dulce cálida, placer como nombre, caliente como apellido, espejo de sensaciones, que reflejan una y otra vez hasta donde alcanza la vista.

Pequeña pero grande, beberte a cada instante nunca sacia, siempre se quiere más, más y más.

Un beso,

Azriel

Juan dijo...

No lo dudes ni un solo instante.

Besos.

minerva dijo...

Es una hermosa metáfora Farid, no puede existir nada mas magico que ver cómo se abre pétalo a pétalo una flor, sin pudor ni artificios, impregnando con su olor el aire.

Un saludo y gracias por sus palabras.

Gracias Azriel, creo que si llegaramos a saciarnos de vida, dejaríamos de lado la facultad de sentirla intensa, apasionada, nuestra.

Besos.

Juan, lo cierto es que no soy de las que dudan demasiado...;)

Un beso.