En la intimidad
A una orden de El, se sentó a Sus pies dispuesta a escuchar una nueva historia “aunque antes” le dijo, “deseo algo, deseo jugar con mi Maravillas”. Agarró la cadena que sujetaba el collar hasta llevarla delante suyo y le habló: “Arrodíllate ante mi”. Ella obedeció suavemente, bajando la mirada. Se acercó a ella que no se atrevía a alzar sus ojos. De Su mano surgieron dos pañuelos, uno negro y otro rojo, de seda. Con el negro vendó sus ojos, con el rojo ató sus manos hacia delante, fuertemente.No veía nada pero, al poco tiempo, notó una cuerda que se enredaba entre sus muñecas. “Sujétala, manteniendo los brazos hacia delante”, le ordenó. Comenzó a sentir cierto peso en la cuerda pero era liviano a la vez que prestaba atención a un ruido, líquido, algo goteando finamente sobre metal.
El peso seguía siendo ligero, pero ya notaba cambios sutiles. “Levanta firme los brazos, no los dejes caer”, le dijo con firmeza. Intuyó como se acercaba y desabrochaba su camisa, como Sus dedos paseaban por sus senos y dos frías pinzas sujetaban sus pezones. No percibía tensión, estaba tranquila pues, de momento, no parecían dolerle.
Poco a poco el cansancio se iba dejando sentir, hacía mella, pero aguantaba, quería mostrarle su resistencia. Sus brazos, al cabo de un rato, empezaron a temblar, mientras que el ruido de agua persistía.
Los bajó un poco para descansar pero descubrió que al mismo tiempo y con la misma intensidad que los dejaba caer, algo tensaba las pinzas en sus senos haciéndola gemir levemente y, por instinto, los alzó de nuevo. “Me agotaré” pensaba.
El, al tiempo, iba dando vueltas a su alrededor observando su entrega y sonreía y ella notaba esa sonrisa. Así, cuando sus fuerzas fallaban, pensar en ella le daba ánimo….transpiraba, gotas de sudor bajaban por su cuello y su pecho pero deseaba resistir… cinco, diez minutos mas…
El peso empezaba a ser insoportable… lo sabía, sus fuerzas tenían un limite, tendría que claudicar pero antes, arqueando su cuerpo hacia atrás, mostrando sus pechos, le regaló su dolor, las pinzas mordían cada vez mas….se lo ofreció, temblaba…una lágrima descendió furtiva, mordió su labio intentando no gemir pero lo hizo, gimió fuerte sin esconderlo y se lo dedicó no sabiendo si resistiría, si aguantaría lo suficiente para Su goce pero sucedió....comenzó a abandonarse cuando, de repente, la tensión cesó y suavemente, Sus dedos la liberaron de las pinzas y Su mano la acompañaba.
Oyó la cadena de su collar y la cadencia de Su mano, recorriendo suavemente sus mejillas. Murmuró un leve "gracias" y seguidamente escuchó un "lo has hecho bien, Maravillas". Una explosión de alegría abrió en su alma, feliz.
Ella aun seguía vendada y con las manos atadas. La hizo sentar, le quitó la venda mostrándole el recipiente que con tanto esfuerzo había sostenido, ese sonido acuoso ya conocido en el metal que se había detenido, estaba repleto. Suspiró satisfecha y El, con una mirada, la tuvo en su lugar, estaba orgulloso de su obra. Por ello, en la tranquilidad de la noche, le regaló una nueva historia...

0 Miradas al Sur:
Publicar un comentario