martes, 9 de junio de 2009

Cuestión de suerte

Cuando cerró la puerta, me quedé pensando que habría querido decir con esas palabras. La casa se inundó de silencio y el espeso vacío me dejó clavada en la entrada, perpleja durante unos minutos. Confundida, intentando analizar el eco reciente de ese último monólogo, me pregunté si sería realmente una amenaza o tan solo un mal augurio. Ni en mis peores pesadillas sospeché que sus desplantes desembocaran en la serie de acontecimientos que concluían en éste acto tan teatral como penoso. Francamente, no daba crédito, desconocía a esa persona de reacciones sobreactuadas. No era para tanto, que encontrase mi cama ocupada por otro, era cuestión de suerte, buena o mala.

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