La Quimera fue uno de los seres fabulosos de la antigua Grecia. Según cuentan las leyendas griegas Medusa, sin padre alguno, parió en una profunda gruta a la astuta y sanguinaria Equidna, que de cintura para arriba era una ninfa preciosa mientras que de cintura para abajo era una serpiente enorme y jaspeada. Al tener semejante aspecto, la pobre Equidna sólo tuvo opción de conocer a Tifón, otra criatura espantosa con el que tuvo al perro Ortro, al can Cerbero, un perro feroz y despiadado de cincuenta cabezas que custodiaba la entrada del Hades y a la Hidra de Lerna, una monstruosa serpiente de muchas cabezas que volvían a crecer cuando eran cercenadas.Con semejante familia la Hidra de Lerna concibió la Quimera, una mala bestia que también tenía tres cabezas: una de león, como sus patas delanteras, otra de cabra, como su lomo y una tercera de dragón serpentino, como sus cuartos traseros.
La Quimera murió asesinada por Belerofonte, uno de esos semidioses griegos a los que sus envidiosos rivales enviaban a combatir contra seres despiadados con el objetivo no de que consiguiesen la gloria, sino que los matasen en el intento. Belerofonte, a lomos de Pegaso, consiguió matarla hundiendo en sus fauces una lanza con punta de plomo que, al fundirse por efecto de la respiración llameante del monstruo, provocó su asfixia.
La Quimera murió asesinada por Belerofonte, uno de esos semidioses griegos a los que sus envidiosos rivales enviaban a combatir contra seres despiadados con el objetivo no de que consiguiesen la gloria, sino que los matasen en el intento. Belerofonte, a lomos de Pegaso, consiguió matarla hundiendo en sus fauces una lanza con punta de plomo que, al fundirse por efecto de la respiración llameante del monstruo, provocó su asfixia.
Olvídame
dijo el sueño cayendo como un beso
olvídame
como el fantasma que se aleja mansamente
la huella, la tuya, era quimera
milagro inconstante, deseo cansado.
Olvídame
en esencia, con calma,
a conciencia.
Olvídame ya
que un soñante latido existe
y me aguarda sin agobio, sin urgencia
ni atropello.
2 comentarios:
Flor de desolación y de quimera.
En la desolación de la quimera,
un desdichado pájaro cautivo
cantó con canto tan ardiente y vivo
que a su voz envidió la primavera.
Su canto fue la enseña y la bandera
de todo lo soñado y fugitivo,
de lo fluyente por el cauce esquivo,
que fuera inaprensible y fatal fuera.
El resplandor aquel de la hermosura,
y el brillo incandescente de su canto
fueron precipitados en la oscura
y silenciosa sima del espanto.
¡Su cantar era canto sin ventura,
para el pesar nacido y para el llanto¡.
Manuel Parra Pozuelo.
saludos atados.
Jose
Gracias Jose por su poema, bello sin duda.
Un saludo.
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