RETRATO II ( con brocha fina)
Abrió su corazón inundando mi alma de ternura y ese dolor que calaba tan hondo parecía confundirse en la tarde. Me ofreció la oportunidad de escuchar su risa. Yo traté de ayudarlo a cruzar ese túnel oscuro en el había anclado sus ilusiones, su mano aferraba fuerte la mía, intentando no perderse, hubo momentos en que lo conseguimos, ajenos al tiempo y a la gente, casi aclaraba el cielo, y llegábamos....De repente, esa maldita sombra que cubría su rostro aparecía dejándome desolada, sin excusas ni armas para la batalla. Y difuminaba su mirada en una paleta de colores grises, y volvía el reloj y volvían las prisas. Lo observaba impotente bajar el semblante e irse perdiendo entre brumas a las que yo no debía acceder, aquel bosque cuajado de fantasmas no era el mío... En ese instante hubiese querido decir palabras que consolaran su espíritu, hubiese querido arrancarlo de golpe de tanta miseria, hacerle saber que ya no estaba solo y que podía despedir sin pereza a esos dos instalados en su casa. Hacerle sentir que mi cuerpo era su refugio y que le regalaba mi fuerza para que luchase por sus sueños. Pero sus miedos eran mas fuertes que mi cariño y en un rápido jaque mate, me dejaron fuera acomodándose de nuevo en la rutina. Comprendí que ese barco seguiría encallado para siempre y ni mi huracán podría arrancarlo de la desidia. Nadie podría. Recogí un pedazo de su corazón caído y lo guardé para siempre en mi recuerdo para así no olvidar que hay mares por los que no se puede navegar sin dejar parte de ti en el camino.
Mientras, el, se dejaba llevar.
Mientras, el, se dejaba llevar.

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