NO
Aprender a decir NO es un trabajo que me ha costado infinito.
Por vergüenza unas veces o por complacer otras, me he dejado llevar a situaciones que no me fueron nada agradables. Lo peor, el resultado, la insatisfacción íntima que me creaba, las ganas de gritar basta, la inseguridad y la poca estima.
Un día, no hace mucho, sin pensarlo demasiado y ante una pregunta muy concreta, dije NO. Hasta mi fuero interno se sorprendió y sonreí aliviada. Evidentemente, esa pregunta incómoda se fue repitiendo a lo largo de la noche y yo seguí en mis trece, NO. Llegaron entonces tibias descalificaciones, todo, por supuesto, enmascarado con sonrisas, pero, en definitiva, mi NO descuadró a un personal poco acostumbrado a las negativas. No lograba, ni ahora mientras escribo, entender cómo hoy en día aún se cuestiona el querer o no querer hacer algo si para tales pretensiones debemos estar agradecidas por el interés que fulano o mengano muestra sobre nosotras.
Yo no sirvo ya para ese juego, hago lo que quiero cuando y con quien quiero.
Además, un NO se supone que es un NO, socialmente asumido y respetado pero....¡cuánto cuesta llevarlo a la práctica!, ¿Verdad?
4 Miradas al Sur:
Publicar un comentario