viernes, 5 de noviembre de 2010

Castigo (I)

Anoche debió comportarse como lo que se espera de ella y no como una perra en celo, sin control. La sensatez, la racionalidad y todo el tiempo del que presumía haber aprendido, poseer experiencia y sosiego, se quedó en lo mas hondo del cubo de la basura, no le sirvió para saber su lugar, sus prioridades y lo mas importante, la cesión consciente de su voluntad y sus deseos. No tenía derechos, ninguno, no los había ganado y actuó saltando todas las normas, todo lo que le debía con un osado desagradecimiento.

Aún sabiendo que Sus palabras fueron claras, actuó sorteando los resquicios que hacen pensar en una duda razonable, en una “inspirada” deducción para llegar a conseguir lo que rondaba en su cabeza desde hacia varios días desviando su camino, sus pasos, quebrando su fuerza.

La noche había sido intensa, especial. Desde que sabía de Su orden, colocarse un plug al comenzar la conversación y permanecer con el hasta que se le permitiera retirarlo, estaba excitada, nerviosa, imaginaba cada minuto, necesitaba que las horas volaran y presentarse ante El sin que la vergüenza de otro tiempo empañase el momento. Lo hizo y hablaron, rieron, jugaron…hay un pulso que se establece en las miradas que no se puede explicar, no existen palabras suficientes que lo transmitan, tan solo se vive y ella estaba sedienta de vida.

Quitó el plug cuando le indicó mientras la humedad rodaba por sus piernas empapando el sillón y agitaba su mente que suplicaba por gemir de placer entre Sus manos. El se despidió complacido y cansado, ella, sin saber cuando, olvidó pensar, su piel se convirtió en ganas, sus dedos en prolongados suspiros y se dejó llevar, acariciándose, círculos en torno a su clítoris, despacio, saboreando al animal que salía de su garganta en ladridos ahogados, aumentando su ritmo, sin conciencia del tiempo hasta estallar en un charco de flujos que lamió con ansia, que limpió para calmar su instinto.

Si hay una palabra demoledora es decepción y El la pronunció al saber lo que había hecho…el castigo inflingido sería colocar dos pinzas en los pezones, dos en los labios y una en la lengua el tiempo que el considerase necesario y justo. Pero no, para ella ese dolor era secundario ante el silencio impuesto, ante la tristeza de no sentir su calidez y Su mirada intensa, ante Sus palabras llenas de reproche y ante la realidad de saber que un “lo siento” no disculparía su actuación aunque estuviera arrepentida por no estar a Su altura.

6 comentarios:

El Drac dijo...

Tu amo sí sabe lo que hace, fue un placer imaginarte castigada.

Farid dijo...

Cuanta intensidad, cuantos significados, cuantas sensaciones, cuanto....

Jonessy James dijo...

genial texto como siempre, minerva queridísima (aunque no puedo menos que sentirme mal por la pobre dama en cuestión.)

saludos afectuosos

Unknown dijo...

No siempre los castigos físicos son los más dolorosos.
No siempre el silencio da la paz.
No siempre es sólo la sumisa la que sufre el dolor de la perdida.
y no siempre el arrepentimiento es suficiente.
Pero si el castigo, si el silencio, si el dolor sirven para aprender la lección... entonces los dos, Amo y sumisa, habrán avanzado un escalón más en su unión.
Preciosa enseñanza, lady minerva.
Siempre aprendo algo nuevo cada vez que visito tu blog.

MB dijo...

Sin duda su dedicación, su fe absoluta y su profundo amor, la harán merecedora, siempre, de otra oportunidad, en la que poder demostrar de lo que es capaz. Ya espero el relato de ese momento.

minerva dijo...

Gracias El Drac, aunque se trataba de un relato ;).
Un saludo.

El hecho de cumplir un castigo no solo es el cuerpo quien lo recibe, en la mente está la carga de pesadumbre mas grande.
Un beso Farid, gracias.

No te preocupes mi estimado Jonessy, seguro que lo hizo consciente de saber su falta y con las ganas de cumplir. Es el dolor convertido en placer.
Muchos besos.

Gracias Sayiid, sus palabras si son una enseñanza.
Mis saludos.

De eso se trata S.S.N., de crecer aún con tropiezos pero sabiendo que El estará.
Un beso.