Sin acritud
No sé si me fastidian mas l@s personajes que se consideran incisivos, chispeantes y azotes de la sinceridad, bien pagad@s de sí mism@s, soberbios, con un verbo plagado de populismo, que contagian con facilidad al bulto que es la masa de considerar sus arengas como sabias o, por el contrario, l@s pobres infelices que aplauden sus memeces y ríen todas sus gracietas en un alarde de intentar congraciarse con quienes creen son piedras angulares de una sociedad imaginaria.
A l@ primer@s no se les puede convencer de nada, ni siquiera mantener un mínimo diálogo cabal. Es triste creerse en posesión de la verdad, es penoso no pensar un cuántas equivocaciones se cometen a lo largo del día, es ridículo sentirse por encima del bien y el mal, es bochornoso leer tanta estupidez sin raciocinio, es absurdo cuanto menos, pretender que su ética impere ante la de los demás, es tremendo hasta dónde se puede perder el sentido común en defensa de una idea. Ante ésta clase de individu@s el mejor consejo es no perder el tiempo e ignorar sus ataques.
En cuanto a l@s segund@s... me dan verdadera lástima, pretenden congraciarse con l@s “sabi@s” para obtener algún beneficio y de ese modo no verse fuera de lugar, sentirse arropados y respetados, acogidos en un entorno virtual que por fin les regala unas cuantas palmaditas en la espalda y los hace importantes, señores y señoras visibles, con nombre. Ante est@s lo mejor es no fiarse, hoy suben al pedestal a un@, mañana le tocará a otr@ y ell@s seguirán con su bobalicona sonrisa dejándose llevar por la mejor apuesta, que no la mas correcta.
De todos modos, como yo no creo estar en posesión de la verdad absoluta, ésta es solo una opinión, mía y libre, como será siempre.


















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