viernes, 18 de diciembre de 2009

Pequeñeces

Permaneció durante tanto tiempo en silencio que olvidó el sonido de su voz. Cuando lo vio pasar y pronunció su nombre, nada..., vacío... salió de su garganta. El siguió su camino, sin mirarla, sin presentirla...
Cerró sus ojos, para que se secaran y no brotaran lágrimas. Nunca más.

2 comentarios:

N. dijo...

A veces las lágrimas están sobreestimadas y no valen la pena...

minerva dijo...

Tienes razón N., a veces así es, pero en otras se puede asemejar a una limpieza interna que resulta bastante necesaria.

Un beso.