Permaneció durante tanto tiempo en silencio que olvidó el sonido de su voz. Cuando lo vio pasar y pronunció su nombre, nada..., vacío... salió de su garganta. El siguió su camino, sin mirarla, sin presentirla...
Cerró sus ojos, para que se secaran y no brotaran lágrimas. Nunca más.
2 comentarios:
A veces las lágrimas están sobreestimadas y no valen la pena...
Tienes razón N., a veces así es, pero en otras se puede asemejar a una limpieza interna que resulta bastante necesaria.
Un beso.
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