martes, 15 de diciembre de 2009

Confianza

La confianza es el ingrediente básico de las relaciones interpersonales. Pero hay que saber manejarla para que dé sus frutos, comprender cómo funciona y saber administrarla para evitar que los demás abusen de ella. Porque es extremadamente valiosa, pero también es extremadamente delicada: cuesta mucho tiempo y esfuerzo de tejer, pero se destruye en un instante cuando alguien la traiciona.
Se asienta en dos pilares, el valor que tenemos de compartir nuestros sentimientos y nuestra vida con los demás y la capacidad de juzgar si los otros son dignos o no de ella. Si tengo miedo a hablar de mí, me mantendré siempre en un territorio de comodidad en el que no corro ningún riesgo porque no voy a dar nada. Pero probablemente tampoco voy a recibir nada, y esto hará que pierda muchas oportunidades de profundizar en mi relación con los demás. Ser capaz de abrirse tiene mucha relación con la seguridad personal.
Pero una vez que sea capaz de darla, debo decidir a quién la doy y en qué medida. Si damos nuestra confianza por igual y en cualquier circunstancia, nos exponemos a verla traicionada.
En condiciones normales, es tan malo no abrirse en absoluto poniendo una barrera insalvable como darla por completo y sin prevenciones exponiéndonos a su abuso por parte de los demás. No podemos entregar nuestra confianza como un cheque en blanco a aquellos que no la merecen.
A todos nos han traicionado en algún momento, y muchos tenemos bien presente cómo el habernos expuesto más de la cuenta ha propiciado un abuso de confianza por parte de alguien. Nuestros sentimientos son la materia prima de nuestras relaciones. Protegerlos bajo llave, quedárnoslos para nosotros y no compartirlos con nadie nos hace invulnerables. Pero nos hace también fríos y poco interesantes compañeros de viaje.
Tejer una relación de plena confianza con alguien sin exponerse a abusos es un proceso lento y que exige poner todos los sentidos. En todo caso, crear climas de confianza requiere tiempo, querer avanzar en la relación, y mojarse, porque en cualquier caso alguien tiene que ir dando pasos hacia delante.
No es menos cierto que, adquirida la plena confianza, y en ausencia de abusos, ésta es en muchos casos para siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querida sirena con la confianza que ha dado el tiempo y la amistad sé que puedo llamarte"mi querida" porque sabes más o menos como es mi persona y en que término te lo digo, sabes que si me das la mano no te cojeré el brazo, como se dice, hay que conocer a las personas para abrirse a ellas y que luego no te lleves desengaños y puedan herirte, y si acaso pudieras caer y te puedan hacer daño, ya sabes que tienes un amigo en quien puedes confiar y hablar siempre que quieras y cuando te apetezcas, no lo dudes nunca, Ana.
saludos atadoss y muchisimos besoss.
Jose.

minerva dijo...

Mi querido Jose, siempre cálido...gracias y muchos besos.

Anónimo dijo...

"Protegerlos bajo llave, quedárnoslos para nosotros y no compartirlos con nadie nos hace invulnerables.."

Y al final, más que arrepentirnos de nuestros errores, la duda, la terrible duda de lo que podía haber sido y no fue. Mucho mejor decir como Pablo Neruda: Confieso que he vivido.