Bla, bla, bla...
Generalmente no es fácil que hable de lo que me afecta de forma personal, suelo ser bastante reservada y cerrada por suerte o por falta de ella. Tampoco escribo sobre ello, mi estado de ánimo se puede intuir en los versos que voy dejando, esos, a veces, si me traicionan. Supongo que es tan mala costumbre como quien centra todas sus letras en la pena que le embarga o en lo mal o bien que la vida y las circunstancias le tratan. Defectos, como todos, insondables y oscuros, sedientos de protagonismo o todo lo contrario, la verdad es que ahora mismo no me lo planteo, solo son defectos a la postre.Todo en la vida son etapas, a veces creemos haber llegado a la meta y nos sentimos importantes por ello…no es cierto, el final se aleja y nos regala un poso de inquietud complicado de solventar. Pero no es amargo, simplemente está presente y aceptémoslo o no, se incrusta y necesita su tiempo para amoldarse o que aprendamos a deshacernos de su olor, textura, condición.
No intento hacer un monólogo infumable, tampoco reflexionar sobre los verdaderos motivos de mi ausencia, solo sé que está, es un hecho y que no encuentro el modo de que las musas vuelvan a mi vera sin parecer que las asalto y arranco su esencia. Me ha costado horas de papel en blanco llegar a la conclusión que necesito un respiro, un tiempo de sosiego sin que la obligación impere en mi creación, que el goce de escribir vuelva a instalarse sin hacer ruido y me colme de nuevas sensaciones que transmitir. Ese era mi mayor entusiasmo y ahora está dormido. Entonces, sin agobios, dejémosle descansar, es lo mas sensato, cuando menos lo espere volverá y volveré.















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