Recuerdo que unas horas antes íbamos paseando entre los pasillos del supermercado… yo delante, El a pocos metros sin perderme de vista. Sonaba el móvil, un mensaje que leía con unas inmensas ganas de mirar hacia atrás pero me contenía, “En el stand de arroz te inclinas hacia el ultimo estante y levantas la falda que se vea la liga de las medias, cuenta hasta 15”…el rubor invadía mi cara, mi pecho quemaba y obedecía notando el olor de mi celo que revoloteaba entre mis piernas.
Sin tiempo para sacudir la vergüenza otro mensaje “En el próximo pasillo a la derecha busca algas Nori con las tetas fuera de la blusa hasta que las encuentres”…Menos mal, pensé, que a ultima hora decidimos cambiar de supermercado, en éste no me conocía nadie, en el anterior hubiese resultado muy incómodo.
Los gestos torpes de mis manos se acrecentaban por una mirada que no veía e intentaba buscar las algas antes de llegar. Los dedos se atascaban con los botones, llegaba al lugar y las tetas no habían salido de su prisión. Los nervios, el rubor, el coño que notaba latir, mojarse y mojarse con la sensación de ir dejando un rastro a mi paso.
Sabía que me miraba desde la distancia y eso era mayor que el pudor del momento. Por fin las saqué enfrentándome con un montón de sobres que volaron sin saber cómo a la cesta. Ya tenia el siguiente mensaje, “Sección de conservas, cuando llegues te quitas el sujetador y lo guardas en el bolso parece que te molesta para tus tareas”. En esos momentos no sabía si estaba, si flotaba, solo notaba calor, mucho calor….Otro pitido mas “Busca el jengibre, al lado tendrás el vinagre y la soja, vinagre el que pone para sushi, soja al estilo japonés, es sencillo”…Me apoyaba mas que empujar el carrito, intentaba consolarme pensando que todo pasaría rápido y el premio sería merecido.
Un nuevo mensaje y aun no había encontrado el vinagre. Los nervios me superaban, “Busca el wasabi, es un bote plateado con una parte verde, pequeño. Otra cosa…deberías haber venido sin tanga ¿lo recuerdas?, no te lo quites, meterás el botecito entre el y tu coño de perra y sacarlo así será tu castigo por desobedecer… me encantaría que lo descubriesen en la caja”.
El último mensaje me desconcertó, “Falta el pescado”. Ninguna orden que lo acompañara, un incómodo silencio y yo perdida en medio de nada…De repente, lo sentí en mi espalda, susurrando, mientras frotaba su polla contra mi culo, lo que debía ir pidiendo, cómo deseaba el pescado, en filetes, mientras se pegaba a mi y empujaba “¿Te gusta cerda, te gusta mojarte en publico?, pide lubina, que la abran y quiten la piel”, mientras su mano entraba bajo mi falda, “No te muevas, pide dos lomos de salmón”, y recorría mis piernas por el interior de los muslos.
La gente se empezó a agolpar, su abrigo me tapaba en el momento que la pescadera me preguntó algo que no llegué a entender, no estaba ahí. Me incliné….”Si te mueves mucho el abrigo se apartará y tu culo quedará al aire” me dijo al tiempo que sus dedos se acercaban a mi raja…”Langostinos, un cuarto de kilo”, susurró disfrutando de mi tartamudez mientras un dedo jugaba con mi agujero de atrás bajándolo hasta el coño y empapándose de jugos. “Atún rojo, un trozo de ventresca”, en un suspiro entró en mi mientras el cuchillo cortaba con tajo certero, de una sola vez, un corte limpio de herramienta afilada.
Jugaba entrando y saliendo a sabiendas que habíamos terminado, alargando el momento, la espera. La pescadera mirando, yo callada, cerrando los ojos, abriéndolos, intentando aguantar, los labios apretados, mirándola, rogándole un momento que se hacía eterno…Sacó sus dedos limpiándolos en mis nalgas…
“Solo nos falta un pepino, creo que te entrará bien en este agujero” me dijo apartándose para que pudiera salir del amasijo de gente que nos rodeaba.
Gracias.
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