El aroma a café impregnaba la habitación, por el aire se escondía el rubor y la vergüenza de una cita largamente deseada y conversada. Aún estando preparada, ella sentía flaquear sus fuerzas, temblaba respirando con rapidez y sus manos eran racimos de nervios impacientes.
Era el día, estaba frente a esa puerta tratando de escuchar algún sonido que aliviara sus temores pero todo era silencio. Miró su reloj, a la hora indicada, golpeó suavemente…
El servicio de aquel hotel era excelente, tal y como El había solicitado, ahí estaba esa humeante cafetera con dos tazas, un pequeño cuenco metálico y una botella de coñac, con su copa de balón. Unos bombones de menta y chocolate coronaban el pedido.
Era el día, estaba frente a esa puerta tratando de escuchar algún sonido que aliviara sus temores pero todo era silencio. Miró su reloj, a la hora indicada, golpeó suavemente…
El servicio de aquel hotel era excelente, tal y como El había solicitado, ahí estaba esa humeante cafetera con dos tazas, un pequeño cuenco metálico y una botella de coñac, con su copa de balón. Unos bombones de menta y chocolate coronaban el pedido.
…Su sonrisa la calmó, Su mano tendida le brindó el sosiego necesario para entrar sin titubeos y Su voz…le recordó que la humedad concentrada en su tanga no era imaginaria. Intentó disimular ese pensamiento esquivando Su mirada pero El se acercó y deslizó Sus dedos hábilmente atrapando su sexo, caliente y mojado, con el que jugó unos minutos que a ella se le antojaron interminables. Un repentino pellizco en el clítoris, intenso, doloroso, la sacó de sus gemidos provocando un grito mudo, suplicante. “Desnúdate”, dijo El, “y sírveme café”.
Puso la bandeja sobre una mesa cerca de donde El estaba sentado, se arrodilló alzando el cuello para recibir su collar al que seguía una larga cadena, Le sirvió una taza y postrada como estaba a Sus pies, se la ofreció…
El bebió un largo trago saboreando su esencia. Agarrando el cuenco, vertió hasta llenarlo. “Puedes lamer, puedes meter tu hocico de perra y disfrutarlo, yo lo haré de ti”. Empezó tímidamente dando pequeños sorbos hasta olvidar su condición y concentrarse en no derramar el líquido en la moqueta…mientras, El, con la fusta, se entretenía en azotar sus nalgas, sus muslos, su espalda, en pequeños y certeros toques que iban coloreando la piel en bellos tonos rosados.
El olor a hembra y a café eran uno al caer la tarde, las sensaciones revueltas como sábanas, las miradas en continua excitación, la sal del sudor marcando el ritmo, el dolor recibido con pasión...lascivia volcada en palabras y un futuro…pleno y gozoso, que les dedicaba un guiño cómplice…
Puso la bandeja sobre una mesa cerca de donde El estaba sentado, se arrodilló alzando el cuello para recibir su collar al que seguía una larga cadena, Le sirvió una taza y postrada como estaba a Sus pies, se la ofreció…
El bebió un largo trago saboreando su esencia. Agarrando el cuenco, vertió hasta llenarlo. “Puedes lamer, puedes meter tu hocico de perra y disfrutarlo, yo lo haré de ti”. Empezó tímidamente dando pequeños sorbos hasta olvidar su condición y concentrarse en no derramar el líquido en la moqueta…mientras, El, con la fusta, se entretenía en azotar sus nalgas, sus muslos, su espalda, en pequeños y certeros toques que iban coloreando la piel en bellos tonos rosados.
El olor a hembra y a café eran uno al caer la tarde, las sensaciones revueltas como sábanas, las miradas en continua excitación, la sal del sudor marcando el ritmo, el dolor recibido con pasión...lascivia volcada en palabras y un futuro…pleno y gozoso, que les dedicaba un guiño cómplice…






















